Como íbamos siguiendo a Mariana y a Queque desde hace unos días apenas nos dimos cuenta de que estábamos en plena Semana Santa y por supuesto ya no había lugar disponible en ningún hostel/hotel/albergue en Mendoza. Sin las reservaciones de nuestra travel planner Queque nos vimos obligados a irnos de Mendoza sin haber visto todo lo que queríamos.
Encontramos donde dormir en San Juan, una ciudad al norte de Mendoza sin mucha cosa interesante por hacer (probablemente por eso quedaba todavía lugar para dormir). De hecho, como bien lo explica el museo de la ciudad, San Juan era una ciudad colonial preciosa hasta que un terremoto la devastó en 1944. Y ahora... pues es sencillamente fea.
Aparte de la visita que hicimos al museo fuimos a visitar una enésima Bodega con Dörthe y Sebastian (una pareja germano-uruguaya) durante la cual un gordo feo le rompió una havaianas a Laszlo sin siquiera disculparse. Y bueno, con una visita y degustación gratis habría que esperar que los dos vinos que nos dieran a probar fueran espantosos. En fin, nada del otro mundo.
Para olvidar todo eso aprovechamos la terraza del hotel para conocer a otros mochileros y degustar la deliciosa botella de ron que me trajo mi prima de regalo. Laszlo terminó cayéndose por las escaleras lo que le valió un dolor de tobillo durante dos semanas.
Bueno, apartando esos momentos simpáticos
San Juan fue de verdad nulo. Charlotte se nos unió y rápidamente nos escapamos a una zona mas interesante de la región de San Juan: el Valle Fértil y sus parques naturales.
"Valle fértil" es como una exageración: es un lugar un pelo menos desértico en medio del desierto. De ahí se pueden visitar varios parques de los cuales 2 son bien conocidos: El Valle de la luna (o parque Ischigualasto) y el parque Talampaya.
"Valle fértil" es como una exageración: es un lugar un pelo menos desértico en medio del desierto. De ahí se pueden visitar varios parques de los cuales 2 son bien conocidos: El Valle de la luna (o parque Ischigualasto) y el parque Talampaya.
Entre el transporte y los entradas a los parques, las visitas salen bien caras. Pero como vinimos sólo por eso y que habíamos leído maravillas de este parque, nos inscribimos para ir a visitar el parque Ischigualasto al día siguiente de nuestra llegada.
Después de una hora en mini-bus llegamos a la entrada del parque y ahí lo inimaginable pasó: se puso a llover dentro del parque y tuvieron que cerrar 3/4 de la visita al público. Es super molesto porque de un lado estábamos en un desierto donde CASI NUNCA llueve y por otro lado ya habíamos pagado el transporte (carísimo) y no lográbamos comunicarnos con el hostal para saber si podíamos lograr que nos reembolsaran una parte del viaje si nos regresábamos ahí mismo.
Después de una larga reflexión decidimos hacer el 25% que todavía estaba abierto a las visitas, lo que evidentemente no es la mejor parte.
EL principio de la visita es bien original: cada hora sale una "caravana" de visitantes, cada uno en su carro, siguiendo a un guia del parque. Todo el mundo se para en el mismo sitio al mismo tiempo, salen de sus carros y se visita la "estación" para luego retomar los carros y seguir a la estación siguiente. A pesar de las condiciones difíciles nuestra caravana tenía al menos 30 carros.
Logramos ver solamente dos estaciones:
- El gusano, un bloque de roca con la forma de... un gusano
-
El Valle Pintado, un mirador desde donde puede verse un valle de múltiples colores. Claro que cuando no hay sol lo colores se ven mucho menos...
Al día siguiente Charlotte debía regresar a Rosario para seguir con sus clases.
Pequeño problema: era el final de la semana santa para todos los argentinos y no logró conseguir puesto en ningún bus. Mejor dicho, la pobre pasó horas y horas peleándose con el internet malísimo del hostal intentando conseguir puesto en algún bus para regresar... misión imposible.
Al día siguiente ella tuvo la suerte de vivir la pasión de Laszlo por el fútbol delante un partido del PSG vs Barça y el día después fuimos juntos a visitar el parque Talampaya.
De verdad dudamos mucho en ir: el parque era aun mas caro que el primero y temíamos que la lluvia nos volviera a aguar la fiesta. Pero bueno para qué pasar 3 días en San Agustín del Valle fértil si sólo íbamos a hacer un cuarto de un parque bajo la neblina...
Sobre el trayecto de ida el cielo completamente nublado nos hacía pensar que habíamos tomado una mala decisión. Finalmente el tiempo se despejó y logramos de verdad apreciar y disfrutar el parque.
Esta vez la visita se hacía en una mini van del parque con una decena de personas así que estábamos mas tranquilos. La guia parecía tener un problema de motivación o entusiasmo pero el lugar era lo bastante espectacular como para que la olvidáramos rápidamente:
A la entrada del parque hay unas réplicas de los dinosaurios que se encontraron en este valle, bien gracioso.
En este parque pueden verse animales, inmensas paredes de roa espectaculares y hasta petroglifos de más de 4000 años.
Además de las vistas espectaculares hay un cosa bien particular en este parque: en un lugar frente a una gran pared en forma de chimenea hay un eco increíble: después de gritar uno puede escuchar hasta 3 ecos super claros cada 2 segundos. Demás está decirles que pasamos un buen rato con Charlotte gritando tonterías y riéndonos como niños.
Después de esta visita logramos irnos de San Agustín con la consciencia mas tranquila. Finalmente Charlotte se fue con nosotros hasta Cordoba, nuestra siguiente etapa desde donde tomó el primer bus que consiguió hasta Rosario. De verdad nos encantó pasar ese tiempo con ella y los disfrutamos al máximo.
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